INFORME
ESPECIAL
Vergüenza internacional
Desde el 2001, 102 kankuamos han sido asesinados en la Sierra Nevada de Santa Marta. SEMANA.COM preparó un informe especial sobre estos indígenas que explica la dimensión de su tragedia.
El martes 3 de agosto el gobierno
le hizo un estudio de riesgo a Freddy Arias para saber si necesitaba protección
oficial. Una hora más tarde no le quedó ninguna duda. Freddy, un indígena
kankuamo de 32 años, padre de una niña de 3 años y de un bebé que no ha nacido,
fue asesinado a plena luz del día a unas pocas cuadras de la Casa Indígena
de Valledupar. Un par de sicarios en una moto le dispararon dos tiros, uno
en la mejilla y otro en la sien. Luego lo remataron en el suelo, al lado de
su bicicleta, y escaparon entre una multitud de personas que miraban a otro
lado para no ser testigos del crimen.
No fue de ningún modo un hecho aislado. La calma que había vivido el pueblo
kankuamo en los últimos meses era sólo aparente. El asesinato de Freddy Arias
se convirtió, según las cifras oficiales, en el número 102 que han sufrido
los kankuamos desde 2001 y en una vergüenza internacional para el gobierno
de Álvaro Uribe. La cifra es por sí misma escandalosa, pero lo es mucho más
pues los kankuamos son sólo 6.000. Si se aplicara la misma proporción en Bogotá,
sería como si en tres años toda la localidad de Chapinero fuera acribillada.
Cuatro etnias habitan la Sierra Nevada de Santa Marta: en la parte alta, casi
llegando al páramo, viven los arahuacos. Más abajo, los kogui. En la parte
media, los wiwa y en la más baja, los kankuamo. Como patas de una mesa, la
relación entre las cuatro comunidades debe ser armónica. Eso les dijeron los
dioses, eso han tratado, pero desde la colonización española las patas tambalean,
y con ellas, la humanidad entera. Según su cosmovisión,
la Sierra Nevada de Santa Marta es el corazón del mundo.
Aunque la función de los indígenas es mantener la estabilidad de la Madre
Tierra, el conflicto armado ha roto por completo el equilibrio de la Sierra.
Una línea imaginaria divide la zona plana donde viven los kankuamo y donde
más presencia tienen los paramilitares y la parte montañosa bajo influencia
de las Farc. Es una frontera que coincide en términos generales con el trazado
de la carretera Valledupar-Bosconia-Santa Marta, la línea férrea de la Drummond
y con el oleoducto. Quien la cruza corre el riesgo de morir.
"Los arahuacos, kogui y wiwas no pueden ir a la parte baja de la Sierra porque
son acusados por los paramilitares de ser guerrilleros, y los kankuamos no
pueden subir porque son acusados por las mismas autodefensas de ser informantes
y proveedores de las Farc", dijo Lisardo Domicó, secretario general de la
Organización Nacional Indígena de Colombia (Onic)
Según el gobierno, los paramilitares de 'Jorge 40', quien volvió a la mesa
de negociación con el gobierno en Santa Fe de Ralito y por lo tanto está obligado
a un cese de hostilidades, son los responsables de la mayoría de ataques contra
el pueblo kankuamo, una etnia empeñada en los últimos años en recuperar su
cultura ancestral. ¿Por qué los matan? Los matan por su ubicación, porque
ellos habitan la parte más baja de la Sierra Nevada, desde donde las autodefensas
aspiran controlar las entradas al resto del macizo. Los matan porque los kankuamo
se han involucrado en política, y sus candidatos a las asambleas, concejos
y alcaldías del Cesar han denunciado los vínculos entre algunos políticos
de Valledupar con los paramilitares. Los matan porque ante el abandono estatal
de la zona -hace siete años el gobierno retiró el único puesto de Policía
que había en la Sierra-, varios kankuamos se metieron en la guerrilla y más
recientemente a los grupos paramilitares. Los matan porque la cacica Consuelo
Araújo fue muerta precisamente en territorio kankuamo. Y los matan porque
tienen el apellido Arias. Dirigen su venganza contra los supuestos parientes
de Tito Arias, guerrillero de esa etnia, que comandó un grupo de las Farc
que asesinó al hijo de un reconocido terrateniente del Cesar. Tal vez no han
entendido que dos de cada tres kankuamos se apellidan así.
Los ataques contra ese pueblo han sido tan graves que en septiembre de 2002
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le ordenó al gobierno colombiano
adoptar medidas cautelares para protegerlos. Como estas fueron incumplidas,
la Corte Interamericana de Derechos Humanos le impuso el 7 de julio medidas provisionales,
según las cuales el gobierno está obligado no sólo a investigar y castigar
a los responsables de estas muertes sino también a informar a la Corte cada
dos meses sobre las medidas adoptadas, una sanción considerada grave en el
sistema internacional de los derechos humanos.
El gobierno admite que las 55 muertes del año pasado se encuentran en total
impunidad, pero alega que la situación de seguridad de los kankuamos ha mejorado.
"La Sierra ha sido sometida a un proceso de recuperación, hay presencia permanente
del Ejército y la Policía, hemos atacado todos los retenes permanentes de
los paramilitares que han denunciado los indígenas y una subcomisión de asuntos
étnicos visita la zona cada mes", explicó a SEMANA.com Carlos Franco, encargado
del tema de derechos humanos en la Vicepresidencia de la República.
Es cierto que con estas medidas y con la protección dada a los líderes de
la comunidad la situación ha mejorado. Mientras que en 2003 se presentó una
muerte kankuama por semana, en lo que va corrido de 2004 han muerto nueve.
Pero el encierro de los indígenas continúa. Ellos son prisioneros en la misma
tierra que sus dioses les ordenan proteger.